José Carlos Gracia y Jorge de Vicente son en apariencia corrientes. Jorge es monitor de gimnasio y José conductor de autobuses. Detrás de su vida normal se esconde una historia valiente, llena de fuerza y vitalidad. Ambos, vencedores al cáncer –José en dos ocasiones-, van seguir luchando contra él. En esta ocasión, utilizan su arma favorita, la bicicleta, símbolo de su pasión y de parte de su vida. El día 27 de julio emprenderán un viaje solidario que durará 30 días y en el que pedalearán desde Laponia hasta Zaragoza sin asistencia, pasando por Santiago de Compostela. 6600 kilómetros de esfuerzo y dedicación sobre los pedales para recaudar dinero para ASPANOA y ayudar a los niños que padecen cáncer. Ya tienen experiencia en los viajes solidarios, completaron el trayecto Roma – Santiago- Zaragoza en 19 días también para recaudar fondos a favor esta causa. Esta iniciativa nació en un momento de debilidad en el que “José estaba más tristón” o, como explica Jorge, en“una desgana de ésas que se pasan en la vida”. Pero lejos de dejarse vencer, Jorge y José se unieron más y crearon “Day by day”, una asociación de deportistas solidarios. Estos dos hombres vestidos con una equipación completamente rosa –cuando precisamente para ellos la vida no ha sido siempre de este color–empiezan un viaje del que cuentan que “en bici el límite está donde te lleven tu esfuerzo y tú”. Ellos llevan este mensaje hasta la vida real, recorriendo lugares que jamás hubiesen imaginado, pedaleando sobre la vida, ganándole kilómetros al tiempo.
¿Cómo decidisteis recaudar dinero de esta manera?
J.V.: Durante nuestro reto de Roma alguien nos dijo, no me acuerdo quién, que en la próxima aventura que hiciésemos saldríamos desde Moscú. De broma, miramos en un ordenador a cuánto estaba y no había tantos kilómetros.
J.G.: Vimos que había 4200 kilómetros y dijimos: “¡Si no es tanto!”
J.V.: Central de reservas, un patrocinador, nos dijo que nos ayudaba en el viaje si salíamos desde Laponia. Primero me dijo el nombre del pueblo, Rovaniemi, que yo no sabía ni dónde estaba. Cuando el patrocinador me dijo que se encontraba donde la casa de Papá Noel, rápidamente se lo conté a José.
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