"Si el árbitro hubiese sacado la banderita de mi color, hubiera sido mi gran resultado deportivo, pero prefiero ser campeón de Europa o subcampeón del mundo que tener un diploma olímpico".
Basta con compartir unos minutos con gente como Sugoi Uriarte para comprender que la élite del deporte mundial está hecha de una pasta muy especial. A sus 28 años, el vitoriano afincado en Valencia estuvo a punto de volver de Londres con un bronce colgado del cuello. Sólo una decisión arbitral se lo impidió. Fue un golpe duro, pero su cuerpo de menos de 66 kg, categoría en la que compite, ya se ha levantado y mira hacia el futuro con ganas de seguir creciendo.
Ése es el resumen perfecto de una filosofía que le ha llevado a conseguir el respeto sobre el tatami y la admiración fuera de él. Sincero, disciplinado y ambicioso. Así era el joven que a los 18 años salió de su casa en busca de su sueño. Poco a poco, sin más secreto que el esfuerzo diario, ha ido escribiendo su leyenda hasta convertirse en el referente del judo nacional.
Me juego lo que quieras a que no conociste el judo por la prensa. ¿Cómo comenzó un niño de Vitoria a practicarlo?
Todo empezó con una recomendación médica. Un doctor le dijo a mi padre que el judo era bueno para la salud y para el cuerpo, así que apuntó a mis hermanos mayores. Como yo veía que ellos iban a judo y se divertían, también quise empezar.
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