“Hay
que desmitificar el triatlón, cualquiera puede practicarlo.”
El triatlón es uno de esos
deportes admirado por todos pero practicado por pocos. Nadar, montar en bici y
correr. Tres disciplinas sin descanso que se mueven en la frontera entre la
locura y la superación, dos sustantivos que, en cierto modo, forman parte del
ADN de nuestro país. Quizá por eso, España ha sido uno de los grandes
dominadores de la corta historia de esta modalidad.
Sin embargo, nada hubiera
sido lo mismo sin la labor de un joven gallego de Ordes que, con apenas quince
años, se convirtió en el pionero nacional del considerado como deporte más duro
del mundo. La vida de Iván Raña Fuentes es la de un enamorado de la práctica
deportiva que se ha guiado por un principio esencial y cada vez más olvidado:
hacer lo que te hace feliz en cada momento. El propio protagonista nos cuenta
cómo, lo que empezó siendo un sueño lejano, se convirtió en un éxito sin
precedentes.
Tu
primer contacto con el triatlón llegó a partir de los 15 años, hacia 1994. Por
entonces esta disciplina era casi desconocida en España. ¿Cómo la descubriste?
Un día escuché a mi padre decir que había una prueba no
recuerdo dónde en la que corrían, nadaban y hacían bicicleta. Me acuerdo de que
pensé: ¡cómo mola, justo lo que más me gusta hacer! Yo hacía natación, y en 1989
me federé por el Club Natación Santiago. Mi hermana y yo nos trasladábamos en
bus desde Ordes a Santiago, algo que en aquella época suponía un esfuerzo muy
importante para mis padres. A finales de 1991 entró en el club César Varela, un
enamorado del deporte y de la gente activa y positiva. Poco a poco fui con él a
varias competiciones y vi que estaba muy pendiente de mí. Tanto que en 1994 fui
a vivir con él, y elaboramos un plan de entrenamiento para que algún día
pudiera ser campeón del Mundo de triatlón. Todo parecía un sueño Viajábamos en
un 127 por toda España y dormíamos muchas veces en tienda de campaña. Esa época
la recuerdo con especial cariño, todo parecía una aventura.